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Mucho se ha hablado del efecto que los aranceles a las exportaciones mexicanas a los Estados Unidos planteados por Donald Trump tendría en la economía mexicana y como consecuencia en el mercado inmobiliario nacional.
Recordemos que Donald Trump ha estado utilizando los aranceles comerciales como una medida de presión para combatir el tráfico de migrantes ilegales que pasan por México (o que son mexicanos) y que van a los Estados Unidos así como el tráfico de drogas y en particular el fentanilo.
Como respuesta a esta presión, la presidenta de México Claudia Sheinbaum se ha comprometido a llevar a cabo diversas acciones para combatir la migración ilegal y tráfico de drogas por lo que de manera inmediata envió más de 10,000 soldados a la frontera norte para diferir la imposición de los aranceles.
A un mes de este diferimiento, el presidente Donald Trump se decidió por ejecutar finalmente aranceles generalizados del 25% lo cuál tendrá una serie de consecuencias para la economía mexicana.
Para entender el impacto que tendría la imposición de estos nuevos aranceles, primero tenemos que conocer cuales son las actividades económicas que mayor participación tienen en el Producto Interno Bruto de México.
En este sentido, México tiene una clara inclinación por actividades relacionadas con la manufactura de productos que representa alrededor del 20% del PIB seguido por el comercio mayorista y minorista, que en conjunto aportan el 19% del producto interno bruto nacional, aproximadamente.
Entendiendo que de la suma de estos rubros (40%) una gran parte tiene que ver con exportación y que nuestro socio principal es Estados Unidos, la imposición de aranceles representa un riesgo importante para la salud de la economía mexicana.
De forma inmediata, los productos mexicanos (en especial productos del sector automotriz y agrícola) tendrán un incremento en sus precios y perderán competitividad en el mercado americano, por lo que las exportaciones y la actividad industrial perderán productividad y tendrán un impacto negativo en el PIB.
De igual forma, los aranceles podrían generar incertidumbre económica y política que posiblemente desencadenaría una devaluación del peso frente al dólar haciendo que los importadores de materias primas provenientes de Estados Unidos tengan que pagar más por sus insumos que a su vez se verían reflejados en sus precios de venta en México generando inflación.
El mercado inmobiliario sería sin duda un sector de la economía que se vería afectado por la puesta en marcha de los aranceles y una posible devaluación. Este impacto se vería reflejado en las diferentes etapas del desarrollo inmobiliario. Por un lado, los costos en los materiales de construcción (por ejemplo acero o concreto) aumentarían ya que son insumos que por lo general se importan desde los Estados Unidos y están tasados en dólares americanos.
Este aumento en el precio de construcción se tendría que reflejar en los precios de venta o renta de los activos inmobiliarios ya sean residenciales, comerciales, oficinas o industriales provocando un incremento sustancial en los precios de los activos. De otra forma, los desarrolladores no iniciarán obras de inmuebles nuevos a menos que los retornos justifiquen el riesgo de comenzar un nuevo desarrollo.
Por otro lado, las expectativas de crecimiento que trae consigo el nearshoring podrían verse extinguidas por completo de consolidarse esta imposición de aranceles, ya que las compañías que manufacturan productos para la venta en Estados Unidos se verían afectados de gran manera y todos los esfuerzos descritos en el Plan México para construir 100 parques industriales en los siguientes 6 años se verían truncados por falta de demanda de espacios industriales.
Aún y cuando la imposición de aranceles tendría un efecto adverso en la economía mexicana que según expertos podría representar hasta una caída en el PIB del 5%, la economía americana no se vería beneficiada por esta determinación.
Estados Unidos no es autosuficiente en la generación de materias primas y productos terminados por lo que su dependencia de otros países es innegable. Si no es México quién les produzca gran parte de estos insumos, serán economías emergentes como India, Vietnam y por supuesto China quienes se desempeñen como los principales proveedores de economía americana.
Y de ser así, los americanos tendrán que pagar más por los productos, simplemente porque los costos de traslado son significativamente mayores, trayendo consigo inflación para los consumidores finales. Y en ese caso, la economía estadounidense tendría que subir tasas de interés una vez más para frenar la liquidez, desacelerar la economía y estabilizar la inflación (proceso que como vimos en los últimos 5 años, no es deseable).
Es por eso que esta narrativa arancelaria parece más una medida de presión para forzar la cooperación de México y Canadá en los temas que importan el día de hoy al gobierno de Trump, que una realidad amenazadora para la región mejor integrada en el mundo desde el punto comercial.
Desde este espacio creemos que en el corto plazo se pudieran venir tiempos turbulentos pero hacia mediados de año, este tema llegará a buen puerto y podremos estar tranquilos.
Seguro que sí.