Cuando Hernán Cortés llegó a la gran Tenochtitlán en 1519, seguramente se sorprendió al ver una ciudad construida sobre un islote en medio de la inmensidad de un lago que en realidad no era sólo uno, si no la unión de cinco cuerpos de agua; el Lago de Texcoco al centro que es rodeado por los lagos de Zumpango, Xaltocan, Xochimilco y Chalco. Millones y millones de metros cúbicos de agua hacían pensar que este recurso natural nunca podría terminarse y menos en una ciudad como esa. Hoy, 500 años después, podemos decir con seguridad que el agua potable de la Ciudad de México tiene sus días contados.
¿Pero, por qué hemos llegado hasta este punto?
Desde la época colonial, los españoles decidieron desecar los lagos y construir la Ciudad de México sobre tierra firme. Al pasar de los años los ríos que quedaban en la ciudad fueron entubados para construir sobre ellos grandes avenidas. Es así que la CDMX, al ser el centro de negocios, político y cultural más importante del país, comenzó a crecer su población de manera significativa año con año, hasta llegar a los 20 millones de habitantes (CDMX y área metropolitana). Desde hace cientos de años, el agua potable que abastecía a la población de la CDMX se extraía de los ríos circundantes a la ciudad y de manera importante del subsuelo a través de pozos.
Al aumentar la actividad económica y la población del Valle de México, la demanda por agua potable se incrementó de forma exponencial y como respuesta a esta creciente demanda se inauguró el Sistema Cutzamala en 1982 con la finalidad de ofrecer una alternativa de abastecimiento a la Ciudad de México a través de un sistema de presas ubicadas en el Estado de México conformadas por Valle de Bravo, Villa Victoria y El Bosque. El agua que se extrae de las presas viaja a la CDMX a través de un sistema de bombeo que actualmente representa el 30% del agua que abastece a la capital mexicana. El resto corresponde a la extracción que se hace de los mantos acuíferos.
El Sistema Cutzamala
El Sistema Cutzamala tiene una capacidad de 782.5 millones de metros cúbicos. Debido a la sobreexplotación de las presas aunado a las sequías que ha generado el cambio climático, el Sistema Cutzamala está hoy en día al borde del colapso. Al mes de Marzo 2024, las presas tienen un almacenamiento del 27% (207.4 millones de metros cúbicos) lo que representa el valor más bajo del que se tenga registro. El nivel mínimo de operación representa un almacenamiento de 17%. Es decir, si el Sistema Cutzamala pierde 10% de su actual almacenamiento, este dejaría de ser útil para abastecer a la CDMX, por lo que se tendría que depender del agua que se extrae del subsuelo exclusivamente.
Como ejemplo, el Sistema Cutzamala tiene una capacidad equivalente a 430 Estadios Aztecas. Desde el año 2016 se pierden un promedio de 36 estadios anualmente. Actualmente queda disponible un almacenamiento que equivale a 114 Estadios Aztecas. Cuando al Sistema Cutzamala le queden 77 estadios, no podrá ser utilizado nuevamente para mandar agua a la Ciudad de México.
Parecería que todavía queda suficiente agua, sin embargo, como se puede observar en la gráfica, entre 2022 y 2023 se perdió almacenamiento igual a 101 Estadios Aztecas. Si la tendencia continúa, para este año (2024) el Sistema Cutzamala dejará de funcionar definitivamente.
Pozos de extracción en la CDMX
La historia con la extracción del agua del manto acuífero de la CDMX no es muy diferente. Desde hace muchos años se extraen cantidades exorbitantes del líquido vital que resultan por encima de las recargas naturales que capta el subsuelo por el agua de lluvia. En 1990 se extraían 507 millones de m3 y se recargaban 279 millones de m3 derivando en un déficit anual de 228 millones de m3. Al día de hoy, se extraen 1,000 millones de m3 y se recargan 513 millones para una sobreexplotación anual de 507 millones de metros cúbicos al año. El subsuelo de la CDMX pierde anualmente lo equivalente a 1.28 veces la capacidad del Lago de Valle de Bravo.
Esta sobreexplotación ha provocado un hundimiento pronunciado en algunas partes de la ciudad que va de 10 a 40 centímetros por año. Basta con visitar la Catedral Metropolitana o el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México para notar los arreglos que se han tenido que hacer para nivelar los pisos y escaleras. Pero estos hundimientos no repercuten únicamente en las construcciones a nivel de piso, también tienen un impacto muy fuerte en el sistema de tuberías de la CDMX que distribuye el agua a todas las alcaldías. Debido a que el hundimiento de la CDMX es diferencial (no es parejo en toda la superficie, hay lugares que se hunden más que otros), las tuberías se rompen y esto genera que el 40% del agua que es distribuida se pierda por fugas en la red hidráulica. Es urgente reparar el sistema de tuberías (que encima de todo tiene ya más de 60 años de haberse instalado) para poder aprovechar el agua que se pierde en las fugas y detener el hundimiento de la ciudad. Para que esto suceda, se tienen que dejar de explotar los pozos de la CDMX e inyectar agua a los mantos acuíferos para evitar futuros hundimientos y las consecuencias que estos generan en la integridad de la red hidraúlica.
Pero entonces, ¿de donde se traería el agua a la CDMX y zona metropolitana?
En las cercanías de la CDMX existen cuerpos de agua y otros pozos que se podrían aprovechar para bajar los niveles de extracción tanto de los mantos acuíferos como del Sistema Cutzamala. En el municipio de Naucalpan se encuentra la Presa Madín y más al norte en Cuautitlán Izcalli está el Lago de Guadalupe, los cuales podrían ser conectados al sistema de suministro. Así mismo, se podrían unir a estos cuerpos de agua los ubicados en Zumpango y Xico, donde este último, ayudaría de manera importante a llevar agua a alcaldías que sufren de mucha escasez como lo es Iztapalapa. La inversión para llevar a cabo las obras que permitan el aprovechamiento de estas fuentes de suministro están estimadas en 25 mil millones de pesos más otros 30 mil millones de pesos para reparar la red hidráulica.
Si el gobierno no hace estas inversiones, ¿cuándo se acabaría el agua en la CDMX?
De acuerdo con diversas fuentes expertas en la materia es muy difícil estimar cuánta agua queda en el subsuelo para ser explotada. Existen estimaciones que pronostican que para el año 2028 la CDMX y área metropolitana tendrán ya una escasez muy significativa del líquido vital. Sin embargo, expertos de la UNAM creen que a la ciudad todavía podrían quedarle de 30 a 40 años de suministro constante considerando la extracción actual de los mantos acuíferos, no sin considerar los terribles efectos que el hundimiento tendría tanto en las construcciones como en la red de tuberías.
Es de vital importancia que los gobiernos locales y el federal tomen cartas en el asunto de manera urgente. En el Valle de México viven más de 20 millones de personas que aportan aproximadamente el 17% del Producto Interno Bruto nacional. Sobra decir que una población de este tamaño sin agua potable colapsaría por completo y con ella toda la actividad económica que esta genera. En el próximo artículo hablaremos sobre el impacto que esto puede tener en el mercado inmobiliario (que es nuestra especialidad), sin embargo, en esta entrega queremos hacer conciencia del gran problema que tenemos enfrente y que no está actualmente en la agenda de los partidos políticos. El futuro de nuestros hijos y del país está en juego. Es hora de actuar. El tiempo y el agua se agotan.